Nos gustan tanto estas historias porque desearíamos que fueran verdad. Y, aunque algunos se empeñen en convencernos de lo contrario, esos seres perversos, que intentan destruir el mundo, tampoco existen. Pero el pensar que un mutante indestructible, o un ser de otro planeta con súper poderes, podría defendernos, nos deja mucho más tranquilos. Es una cuestión de comodidad, porque siempre que tengamos a una súper araña, o a un súper murciélago para ocuparse del problema, no tendremos que preocuparnos por las maldades que nos acechan.
No terminamos de comprender que si hay un mal que debemos temer es el que está dentro de nosotros mismos. La indiferencia, el conformismo, la mediocridad, el rencor, la avaricia, el odio, la insensibilidad, el engaño, la ira y el miedo nos corrompen continuamente. Una autodestrucción incesante engulle a esta especie, en declive desde su mismo albor. El volumen de villanos contra héroes (ahora sin el “súper” delante) es desproporcionado y nos condena a un destino lúgubre y desolador. Solo unos pocos, pretendiéndolo o no, se enfrentan cada día a la vileza que les rodea, en pos de mejorar una humanidad desmemoriada que no es capaz de aprender de sus propios errores. Queda la esperanza de que su granito de arena sirva para que el espíritu de los hombres no termine de degradarse por completo. Agradezcamos, pues, a esos defensores de la virtud, que nos recuerden, de vez en cuando, la importancia de la verdad, el honor, la voluntad, el orgullo, la amistad o el amor y aceptemos que todos somos víctimas de nuestra propia actitud en la vida.
A todos nos gustaría ser un súper hombre o una súper mujer, surcar los cielos a la velocidad de la luz, tener una fuerza colosal y dar palizas a los maleantes, para regocijo del resto de los mortales; pero, sabiendo que no es más que una fantasía, si que podríamos desear ser mejores personas y esforzarnos un poco cada día por no dejar de crecer y hacer, por fin, de esta insignificante vida que nos han regalado, algo digno y virtuoso, sin tener que llevar capa, ni los calzones por fuera ni una máscara para que no se nos reconozca. Tan solo dando lo mejor de nosotros mismos, aceptando que somos seres imperfectos, pero sin dejar de buscar la perfección en todo lo que hagamos. Buscando la felicidad de los que nos rodean, más que la nuestra. Queriendo ser personas normales; pero, para que nuestros hijos piensen que somos auténticos héroes.
Si es verdad que algunos intentamos ser superhéroes otros se recocijan en su mundo interior pensando que en el exterior solo existe la realidad.
ResponderEliminarYo pienso que la fantasía, la imaginacion y sobre todo el CORAZON nos hace ser personas con superpoderes o seres increibles y con HUMANIDAD. El bien y el mal son dos realidades que nos acechan diariamente, hay momentos que como personas humanas nos inclinamos tanto con una como por otra, pero no hay que temer tanto a equivocarse ya que de los errores se aprende: Serenidad, paciencia, seguridad, sabiduría, bondad, moral, etc.... estas calificaciones con sus antagonistas son esa lucha personal o esos héroes y villanos con los que tenemos que vivir día a día los cuales vamos descubriendo y eligiendo con el paso de los años y nos van definiendo como personas.
Nunca dejaré de seguir soñando ya que eso nadie me lo podrá arrebatar por muy dura y cruel que pueda ser la realidad. Aun así nunca perderé la fé de que algun día la humanidad llegue a un estado de paz total, aunque esto no llegue en años luz.
Un cálido saludo y de nueva mi enorabuena por querer aportar tu granito de arena hacia esta sociedad. Hoy te puedes considerar un superhéroe.