lunes, 1 de agosto de 2011

¿POR QUÉ MENGUAN LOS GLOBOS?

Desde que estoy criando un retoño, por mi casa siempre hay algún que otro globo pululando. El otro día observé que las susodichas esferas de goma, rellenas con el dióxido de carbono que emana de mis maltrechos pulmones, van perdiendo su voluptuosidad según pasan las semanas, para ir quedando reducidas al tamaño y apariencia de un seno octogenario. ¿Por qué se desinflan los globos? ¿Por dónde se va el aire que tanto dolor de cabeza causa introducir en esos recipientes de látex multicolor? Seguramente la ciencia de respuesta a esta insustancial duda, pero este efecto misterioso me ha hecho pensar en que existe una analogía entre el proceso menguante de los globos y la evolución a menos del carácter humano.
                No hay más que echar un vistazo a nuestro alrededor para comprobar que hay dos tipos de actitudes en la vida. La primera, la más extendida, es la de la persona “globo sin hinchar” Hay muchas criaturas vagando por ahí que, como un globo que nunca se ha inflado, jamás han tenido un especial interés por asunto alguno y a la mayoría tampoco les ha preocupado demasiado. Son como esos globos que no se llegan a utilizar y se acaban tirando una vez pasada su fecha de caducidad, porque la goma se pasa y ya no sirven para ser hinchados. En otra dimensión están esos otros a los que les da por inflarse para poder así entrar en el juego. Personas motivadas, repletas de energía, dispuestas a batallar incansables en pos de su sueño. Algunos, como los globos que se inflan demasiado, explotan antes de lo esperado, pero bueno, el que no arriesga no gana y que les quiten lo bailado. Otros no estallan, pero según pasa el tiempo van perdiendo esa presión arrebatadora y acaban mustios y chuchurridos cual pimiento frito. Tanto da unos que otros, porque ninguno es mejor que el anterior, solo son diferentes formas de entender la vida. Yo, personalmente, me he inflado y deshinchado varias veces y solo espero no reventar antes de tiempo.
Tras semejante abuso del recurso metafórico, basta ya de hacer el pamplina pretendiendo dar clases de sociología a los cuatro incautos que van a sufrir la desdicha de leer estas líneas. Según iba escribiendo, caía en la cuenta de lo absurdo de mis palabras. He pasado a engrosar la eterna lista de los maestros liendre, que se creen un paso por delante de los demás y se dedican a dar lecciones de la vida a personas que no las han pedido. Pero cómo vamos a universalizar en dos opciones el temperamento humano. De qué manera queremos englobar (valga el chiste) la virtud humana y compararla con artículos tan mundanos y verbeneros. Arrepentido pues de toda esta sarta de imbecilidades, me acabo de proponer no hacerme más pajas mentales, dejar los temas metafísicos y dedicarme a escribir sobre otras tonterías, pero sin aspiraciones.
Firmado: Un globo medio deshinchado, o a medio inflar.

                “Si quisieran hablar solo de lo que entienden, los hombres apenas hablarían”
Arturo Graf (1848-1913) Escritor y poeta italiano.

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